jueves, 5 de diciembre de 2013

La gente

El tren llegó puntual y se detuvo frente a Antonia. Los pasajeros empezaron a bajar mientras ella se preguntaba si había hecho bien. Cuando recibió la llamada de Ana no lo pensó. Solo quería verla. Pero ahora no sabía muy bien qué era lo que ella buscaba de aquel viaje.
Algunos universitarios arrastraban grandes maletas hacia sus padres y se abrazaban a ellos. Un grupo de jóvenes reía comentando algunos momentos de la escapada de la que volvían. Una pareja de edad avanzada buscaba la salida.
Y entonces, entre todo aquel jaleo, la vio. Habían pasado más de veinte años, pero Antonia no tuvo ningún problema para reconocer aquella cara dulce con la sonrisa siempre dibujada. Ana había sabido envejecer con elegancia y seguía siendo hermosa a pesar de rondar los sesenta. Su pelo había perdido aquel rojo intenso, pero conservaba su brillo.
Ella también la había visto y reconocido al instante y sus grandes ojos grises se habían iluminado de alegría. Cuando al fin estuvieron una frente a otra se miraron sin necesidad  de decir nada. Después ninguna sabría decir quién había dado el primer paso, pero finalmente se atrevieron a hacer lo que tanto habían deseado hacía ya muchos años: se besaron. Fue un beso rápido, pero muy dulce. No les importó que la gente les mirara. 'La gente' les había importado durante demasiado tiempo. Ahora les tocaba a ellas.