sábado, 22 de enero de 2011

El acantilado

Las vistas son preciosas. Un acantilado impresionante. El más alto que ha visto nunca. Casi no ve el río que pasa por abajo y a penas oye el lejano murmullo de los pájaros que vuelan de un árbol a otro.
Él se siente seguro sujeto a la barandilla de hierro. Disfruta del momento sin preocuparse por nada. Ni siquiera cree que exista alguna posibilidad de caer. La caída sería horrible, pero ni se lo plantea. 
Confía en que la barandilla no tiene por qué ceder. Está ahí precisamente para que él se pueda asomar. Sin embargo, de pronto se da cuenta de que la barandilla no está sujeta a nada. 
Se encuentra ante el vacío sin nada que le proteja. Lo único que puede hacer es alejare del precipicio y correr sin mirar atrás. Nunca volverá a ver ese paisaje tan bonito. Le da demasiado miedo caer ahora que sabe que no hay nada que lo impida.

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