lunes, 28 de junio de 2010
Sanciones del GP Europa
Alonso gana la posición de Buemi y se sitúa octavo y Alguersuari sube hasta el decimotercer puesto por las penalizaciones de Petrov y Liuzzi. Sin embargo, a Button, Barrichello, Kubica y Sutil no les han afectado esos cinco segundos, pues no han perdido ninguna posición.
Así se da por zanjado un cuanto menos polémico Gran Premio de Europa en el que quien ha cometido la mayor imprudencia no ha sufrido una sanción real y algunos de quienes han infringido una norma de menor importancia se han visto mucho más perjudicados. Aún cabe mantener la esperanza de que esto no acabe aquí, pero lo más probable es que así sea. Esperemos que al menos no se repita.
En palabras de Alonso: "Los 70.000 espectadores que han venido aquí han visto una carrera manipulada".
domingo, 27 de junio de 2010
GP Europa
El motivo de la "sanción" ha sido que ha adelantado al safety car que ha salido por un accidente de Webber. El australiano ha salido disparado por los aires al echarse encima del lotus de Kovalainen, a quien intentaba adelantar. A pesar de lo aparatosos que ha sido, el piloto ha salido ileso.
La parte positiva es que De la Rosa ha conseguido terminar una carrera por segunda vez en lo que llevamos de campeonato. Ha sido décimo, pero está pendiente de una investigación, al igual que otros siete pilotos (Button, Barrichello, Hulkenberg, Kubica, Petrov, Sutil y Liuzzi), por lo que probablemente pierda ese punto. Alguersuari, que también se ha visto perjudicado por el safety car, se ha tenido que conformar con la decimoquinta posición, manteniendo a raya una vez más a Shumacher.
De este modo, y en espera de las decisiones de la FIA, Hamilton lidera el mundial seguido por su compañero de equipo Button. Los dos Red Bull se situan tercero y cuarto y Alonso cae a la quinta posición.
viernes, 25 de junio de 2010
Lo que hace el estrés
Entonces es martes, seguro, por lógica. ¿Martes? ¡Hoy hay reunión! Y son las ocho y media. Voy a llegar tarde. No me da tiempo a desayunar. Me visto rápido y bajo al coche. Enciendo la radio y oigo al locutor: «Buenos días a todos en esta espléndida mañana de domingo.» ¿Domingo? No puede ser… Si yo he deducido que era martes. Espera, ¿por qué lo he deducido? No sé, parecía lógico. Creo que todavía estaba durmiendo. Sí, ha debido ser un sueño. Lo único que puedo hacer es reirme de mi misma.
miércoles, 23 de junio de 2010
En el andén
El tren se acercaba a su destino. Los árboles fueron dando paso a edificios. Finalmente, entraron en la estación. El andén estaba lleno de gente, pero nadie le esperaba a él. Aunque no era cierto, intentó convencerse de que no le importaba. Bajó del tren y comenzó a andar hacia la salida. Escuchó a alguien que gritaba su nombre, pero no le hizo caso. Era un nombre común y estaba seguro de que no era a él a quien llamaban. Hasta que reconoció la voz. Se dio la vuelta sin terminar de creerlo. Allí estaba ella.
sábado, 19 de junio de 2010
El primer amor
Cuando colgó el teléfono, a Alicia le vino a la mente un torrente de imágenes. Recordaba perfectamente aquel verano, el más maravilloso de su vida. Hacía ya más de diez años de sus paseos por Barcelona. No se lo había contado a nadie, pues a su familia le habría escandalizado que estuviese enamorada de su primo. Además, la diferencia de edad era casi paternal.
Estaba muy nerviosa y no terminaba de entender por qué. La voz de David le había hecho recuperar los 15 años, volver a los besos robados, a las llamadas en medio de la noche.
En aquel tiempo, ella había conocido a otro chico. Al cabo de unos años que parecían eternos, se habían casado y acababan de tener un hijo que era un sol. Él venía con su mujer, así que habían quedado para cenar los cuatro.
La velada fue inolvidable. Los dos sentían un cariño mutuo. No obstante, cada uno estaba enamorado de su pareja. Charlaron como si el tiempo no hubiera pasado y los cuatro se conociesen desde siempre.
−Entiendo que te enamorases de él. –aseguró el marido de Alicia al salir del restaurante. Ella le sonrió con amor, pues sabía que era sincero y que no estaba celoso, pues no tenía motivos.
Al día siguiente, David volvió a llamar. Esta vez a Alicia no le temblaba la mano ni se le cortó la voz como si fuese una adolescente. Tan sólo le alegró volverle a oír, aunque fuera al otro lado del teléfono.
−¿Sabes lo que me dijo anoche mi mujer?
−¿Qué?
−Que entiende que me enamorara de ti.