Aunque pueda parecer increíble, se trata de una historia real. El
protagonista es el único superviviente de los ocho miembros de la tripulación
del destructor Caldas que cayeron al agua el 28 de
febrero del año 1955, cuando viajaban de Mobile (Estados Unidos) a Cartagena
(Colombia), a causa de una tormenta. García Márquez nos presenta la historia de
forma cronológica, pero con algunos saltos hacia adelante y hacia atrás en el
tiempo, como si se tratase un diario que Luis Alejandro Velasco hubiera escrito
una vez en tierra. Esto provoca que el lector pueda dudar en algunos
momentos quien de los dos es el que le está narrando la historia si el
protagonista o García Márquez.
En parte por estar escrito como si lo contara el propio protagonista,
utiliza un estilo y un tono bastante sencillos, lo que lo convierte en un libro
muy fácil de leer para cualquier tipo de público. También facilita la lectura
del relato el hecho de que sea una novela muy corta. Sin embargo, esto no
quiere decir que se trate de una historia simple, ni mucho menos. Por el
contrario, el autor nos deleita durante toda la narración con una gran riqueza
en lo que a detalles se refiere, tanto en la forma como en el contenido.
La primera persona también contribuye a hacer la historia más cercana
al lector, ya que esto le aporta una gran intensidad y fuerza emocional. Todo
ello contribuye a convertirlo en uno de esos libros que te enganchan desde la
primera página y que ya no puedes dejar de leer hasta que llegas al punto y
final. Ni siquiera importa que sepas lo que le ocurrió finalmente al marinero
protagonista, solo quieres seguir averiguando cómo afronto esa situación. Una
vez lees el primer párrafo ya no hay vuelta atrás, necesitas llegar hasta el
final.
Es de esas historias que cualquier momento es bueno para adentrarte en
ellas y dejar que te atrapen por completo. Además, consigue transmitirte todo cuanto
experimenta el protagonista a la perfección, pues él mismo va contando lo que
siente y piensa en cada momento. Explica detalladamente cada una de las emociones que siente
Luis Alejandro Velasco, quien pasa continuamente de un estado de alegría a uno
de desesperación, de las ganas de luchar para vivir al deseo de morir, de la
esperanza a la compasión por sí mismo. Todo eso hace que la obra esté llena de
contrastes. De esta forma García Márquez refleja la angustia que vivió el
protagonista y logra conmover hasta al lector más duro.
Por motivos evidentes si tenemos en cuenta el argumento, los diálogos resultan
muy escasos. De hecho, durante gran parte del relato, son inexistentes. Por este
motivo, la narración se convierte en el elemento más importante del libro.
El argumento no es excesivamente innovador, ya que la literatura y el
cine están plagados de aventuras de náufragos. No obstante, esto no quiere
decir que carezca de interés. Más bien todo lo contrario. No se trata de una
historia más. No solo porque en este caso, a diferencia de la gran mayoría, se
trata del relato de un hecho que de verdad ocurrió, sino también por la forma
en que está escrito. En el fondo no estamos hablado de un texto literario, sino
de un magnífico reportaje, muestra del periodismo de mayor calidad.