sábado, 30 de junio de 2012

Mi niña

Como los ángeles al caer el sol. Así la veía yo. Se me hacía impensable que existiera algo más bonito en todo el universo. Era perfecta desde su pelo castaño hasta sus piececillos.
Daba igual que me despertara llorando de madrugada o que costara horas dormirla. Era mi pequeño angelito de carnes rosadas. Creció casi sin que me diera cuenta. Para mí seguía siendo mi niña.
Pero todo cambió cuando la conoció a ella. Fue entonces cuando la perdí. Cada vez la veía menos. Al final ya casi ni me dirigía la palabra más de lo estrictamente necesario. Hasta que un día se fue. Creo que nunca me recuperaré de ese golpe. Casi diez años después, todavía me despierto por las noches creyendo haberla oído entrar por la puerta.

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