jueves, 3 de febrero de 2011

Juegos de infancia

Al terminar de comer nos fuimos a mi cuarto a jugar. Mi hermana peinaba una muñeca mientras yo vestía a otra. El ruido de las obras de la calle hacía que casi no pudiéramos oírnos, pero eso no nos impedía pasar el rato riendo. De pronto, oímos como mi  madre corría por el pasillo hacia el despacho, donde mi padre estaba trabajando. No conseguí comprender lo que le decía entre gritos. 
Miré a mi hermana esperando que ella hubiera entendido algo. Se había quedado quieta con el peine en una mano y la muñeca en la otra. Sus ojos azules se abrieron al máximo y se clavaron en los míos, haciendo que yo también me quedara paralizada. Mi madre estaba muy alterada, aunque no entendía sus palabras, podía notar que le temblaba la voz. Mi padre se había levantado corriendo de la silla. Mi hermana parecía que sí se había enterado de algo, pero no me lo quería decir. Esa tarde no hubo dibujos animados ni fuimos al parque, pero yo seguía sin entender qué ocurría. 

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