sábado, 13 de agosto de 2011

Mi habitación en ruinas

Cuando llegué a casa encontré mi habitación... decir que estaba hecha un desastre es poco. Casi toda mi ropa estaba sobre la cama. Había pendientes tirados por el suelo. Mi pintalabios favorito estaba roto. Pero lo peor de todo es que mis apuntes olían a perfume. 
Salí corriendo en busca de un responsable y encontré a mi sobrino de año y medio con la cara manchada de sombra de ojos. Sabía que a él no podía regañarle, no era consciente de lo que había hecho. Así que lo cogí para lavarle la cara.
Pero el cuarto de baño estaba ocupado. Mi hermana estaba dentro. Esperé junto a la puerta para pedirle una explicación. Cuando salió vi que llevaba uno de mis vestidos, mis zapatos de fiesta, los pendientes que me regaló Ana y olía como mis apuntes.
No solo había revuelto mi habitación, sino que había intentado echarle la culpa a su hijo. No recuerdo que le dije, pero debió darse cuenta de que aquella vez se había pasado porque no solo se quitó lo que llevaba puesto, sino que recogió mi habitación. No obstante, esto no es lo que más me sorprendió, sino que esa noche no salió. Se quedó en casa jugando con su pequeño.

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