viernes, 11 de noviembre de 2011

Sacando agua

De todas las tareas que había que hacer a diario en casa, la que más odiaba Lucía era ir a por agua. No le importaba ir hasta el pozo, ni tener que tirar de la cuerda, pero volver cargando con los cubos... Casi siempre que le tocaba intentaba cambiarle el turno a alguno de sus hermanos, pero ese día no hubo suerte. 
Salió de casa cuando a penas amanecía. Se alegró de que no hubiera nadie sacando agua cuando ella llegó, porque tener que esperar tampoco le hacía gracia, sobre todo si quien había era una señora de las que les gusta hacer preguntas que ella no tenía ganas de contestar. Echó el cubo y empezó a tirar de la cuerda. 
Cuando lo cogió vio que había algo dentro. Era un tarro de cristal con un papelito dentro. Lo abrió y encontró una nota. 
No sabía leer, por lo que no podía descifrarlo. Sin embargo, se lo guardó en un bolsillo. Volvió a casa y siguió con sus tareas. No le dijo a nadie lo que había encontrado. 
Cuando terminó de hacer todo aún faltaban casi tres horas para comer, así que se fue corriendo en dirección a la iglesia. Los chicos que iban a la escuela empezaban a llegar. Esperó hasta que vio a su amigo Álvaro. El muchacho se alegró de verla.
-¿Cómo tú por aquí?
-Mira qué he encontrado en el pozo -sacó el papelito del bolsillo-. ¿Tú sabes qué pone?
-Lo siento, pero creo que está en otro idioma.
Lucía se sintió decepcionada. Quizá nunca averiguara lo que era aquello. Sin embargo, no era capaz de deshacerse de él. 

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