miércoles, 24 de noviembre de 2010

El partido

A Teresa le dolían los ojos de estar toda la mañana frente al ordendor. Cada vez miraba el reloj con más frecuencia. Ya solo quedaban diez minutos para poder irse a casa.
Fue entonces cuando se le acercó Carlota. Cómo siempre, llevaba a un par de compañeros babeando tras ella. Teresa se preguntó si aquel vestido tan ajustado era lo más cómodo para estar todo el día en la oficina. 
-¿Son tuyas? -Carlota se quedó mirando unas medallas de tenis que Teresa había colgado junto al ordenador. La joven le contestó que sí, pero no pudo evitar omitir que las había ganado con siete años- Qué bien. Yo también juego al tenis. ¿No te apetece quedar este fin de semana?
-Lo cierto es que no me viene muy bien -Teresa consiguió salir del apuro.
-¿Y la semana que viene? 
Negarse dos semanas seguidas hubiera sido poner la realidad de manifiesto. Así que no le quedó más remedio que aceptar. Tenía quince días para recordar cómo se coge una raqueta y para rezar porque surgiera algún imprevisto que cancelara el partido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario