miércoles, 8 de diciembre de 2010

Difícil decisión

-No estoy segura de si eres tú, pero creo que nos conocimos hace tiempo. Quizá con otra cara y otro nombre. Tú eras yo y yo era tú.
No quiso interrumpirla. La fiebre era muy alta y no sabía lo que decía. Le dio otro vaso de agua.
-Quisiera equivocarme. Sabes tan bien como yo que las dos lo pasamos mal y no estoy dispuesta a repetir. Me prometí no verte nunca más y ahora vuelves disfrazada para confundirme. Y, sin embargo, no sé si quiero que me dejes tranquila.
Empezó a pensar que aquello no eran simples delirios. Pero tampoco entendía bien qué quería decir. Hasta que de pronto se dio cuenta de lo que ocurría. Aquella situación le recordaba a cuando murió su hijo. 
"No sé si quiero que me dejes tranquila". Esta frase se repetía una y otra vez en su cabeza. Entendió que para ella la vida había perdido sentido después de aquello. Se dio cuenta de que para ella seguir viviendo era un sufrimiento.
En ese momento sonó la alarma. Era la hora de darle la medicina. Cogió la pastilla. La miró fijamente mientras jugueteaba con ella entre los dedos. Finalmente, la tiró a la basura.

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