Y entonces llegó él. La miraba siempre con los ojos brillantes. Sabía cuando necesitaba un abrazo sin que le dijera nada. Y siempre le hablaba con una sonrisa.
Hasta que un día eso se acabó. Se fue con excusas que ni él mismo se creía. Ella quiso odiarle y no pudo. Entonces se dio cuenta de que no le dolía que él se hubiera ido, sino que todo volviera a ser como antes. Le gustaba sentirse especial, pero en realidad él le daba igual.
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