No recuerdo cómo empezamos a discutir sobre qué día era. Tampoco era importante. Estábamos sentados en la orilla y las olas nos mojaban los pies para luego alejarse. De pronto, una ola gigante me revolcó. Intenté levantarme, pero otra ola me volvió a tirar. Me raspé las rodillas. Vi que Nacho se acercaba para ayudarme, pero él también dio una voltereta. Todavía no lo entiendo. Segundos antes el mar nos acariciaba y de pronto… De pronto parecía querer matarnos.
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