miércoles, 14 de abril de 2010

Una mirada

Era una de esas mañanas en que te das cuenta de que realmente merece la pena vivir. Los pensamientos que me rondaban la cabeza dibujaron una sonrisa en mi cara durante todo el camino. Bueno, no todo. La mañana y mi vida cambiaron cuando me paré en aquel semáforo y el autobús pasó frente a mí. Nuestras miradas se cruzaron. El tiempo se detuvo. “Tengo que encontrarla.”

Estaba harta de todo. Me senté en el autobús junto a la ventana porque era el único sitio que quedaba libre. El sol me daba en la cara y me cegaba. Me asomé por la ventana mirando al infinito. Entonces tropecé con su mirada. “Tengo que encontrarle.”

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