Fueron para descansar. Pero todo acabó mal.
−¿Me quieres? –preguntó una vez más.
−¡Claro!
Se le veía confundido, pero le daba igual. Necesitaba estar segura de que le quería. Le valía cualquier muestra de que no le estaba usando. Cualquiera. Sólo tenía que salir de él.
−A lo mejor eres tú la que no está segura de quererme y reflejas en mi tus dudas.
Eso no me lo esperaba. “¿Y si tiene razón?” A través de las lágrimas vi que él se acercaba y sentí su cálido abrazo.
−Perdóname. No lo decía en serio.
−Pero puede que sea cierto.
Ella se libró de sus brazos y se fue corriendo. No miró atrás. No quería saber cómo había reaccionado él, porque si lo había dejado mal podía volver a creer que lo quería y ahora sabía que no era así.
— ¡Espera!
Ella no le hizo caso. Ni cuando después la llamó una y otra vez. Únicamente quería estar sola para intentar entenderse a sí misma.
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