martes, 6 de julio de 2010

Desojando la margarita

Fueron para descansar. Pero todo acabó mal.

−¿Me quieres? –preguntó una vez más.

¡Claro!

Se le veía confundido, pero le daba igual. Necesitaba estar segura de que le quería. Le valía cualquier muestra de que no le estaba usando. Cualquiera. Sólo tenía que salir de él.

−A lo mejor eres tú la que no está segura de quererme y reflejas en mi tus dudas.

Eso no me lo esperaba. “¿Y si tiene razón?” A través de las lágrimas vi que él se acercaba y sentí su cálido abrazo.

−Perdóname. No lo decía en serio.

−Pero puede que sea cierto.

Ella se libró de sus brazos y se fue corriendo. No miró atrás. No quería saber cómo había reaccionado él, porque si lo había dejado mal podía volver a creer que lo quería y ahora sabía que no era así.

¡Espera!

Ella no le hizo caso. Ni cuando después la llamó una y otra vez. Únicamente quería estar sola para intentar entenderse a sí misma.

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