Once años hemos tenido que esperar para volver a disfrutar con Woody, Buzz y los demás, pero ha merecido la pena. Se confirma mi teoría: es una película para gente joven, no para niños. Un niño de cuatro o cinco años no entiende lo difícil que es deshacerte de tus juguetes ante la presión del "¿Para qué los quieres?" de tu madre.
Cuando se hace una buena película es difícil mantener el nivel en la segunda. Disney ya lo ha conseguido en otras ocasiones (como es el caso de "El rey León"), pero es casi imposible seguir manteniéndolo si se hace una tercera parte. Sin embargo, con Toy Story lo han logrado.
Tiene partes en las que ríes a carcajadas y otras en las que tienes que esforzarte por controlar las lágrimas. Poco importa que el cine esté lleno de niños que no habían nacido cuando tu ya te divertías con las aventuras de esos personajes y que no entienden la mitad de los chistes (no pude evitar preguntarme si habrán visto las dos primeras, porque si no habrá cosas que no comprendan y me temo que es bastante probable que sea así).
En definitiva, quién no vea esta película pensando que es para niños comete un grave error.
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