Junto a estos dos edificios se encuentra la Kouba el Bayidin, el vestigio más antiguo de los fundadores de la ciudad. Es un pequeño mausoleo con una cúpula con un interior muy bonito. Para llegar a estos tres sitios hay que atravesar el zoco, donde, si tienes paciencia para regatear, puedes comprar casi cualquier cosa desde dulces hasta prendas de cuero, pasando por chilabas y libros. Eso sí, hay que tener muy claro cuánto estás dispuesto a pagar antes de empezar a negociar.
Es el zoco más grande del país y se encuentra al norte de Jemaa el Fna. A menudo te desorientas, pero en realidad no es tan difícil como parece volver a situarse. En una plaza perdida entre sus callejuelas se encuentra el Café des épices, un lugar muy agradable para tomarse un té.
El museo Dar Si Said también es bastante interesante. Se trata de un palacio en el que se exponen colecciones de arte islámico y bereber de gran interés etnográfico. La verdad es que es muy bonito.
En resumen, Marrakech está muy bien, pero más vale contar con unos días para descansar después de visitar la llamada ciudad roja, porque el calor y las ganas de verlo todo agotan hasta al visitante más duro.
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