lunes, 16 de agosto de 2010

Elena II

−¿Estás loca? ¿Y si te llegan a pillar? Tú sólo tenías que preocuparte de que cuando yo llegase hubiera comida caliente en la mesa. Y no veo que sea así.

La mujer se cayó que eso era lo que había intentado. Quiso gritarle que, si no hubiera actuado como lo había hecho, hacía tiempo que sus hijos habrían muerto de hambre, pues la cartilla de racionamiento no era suficiente. Pero no lo dijo. No por miedo a lo que pudiera hacerle a ella, sino por los niños, que seguían allí delante con los ojos muy abiertos. Además, vio que a Herminia empezaba a temblarle el labio.

−Me voy al bar.

−No os preocupéis −Elena abrazó a los pequeños cuando se quedó a solas con ellos.

Acto seguido, cogió una maleta y la llenó con lo que consideró imprescindible. Algo de ropa, el poco dinero que tenía y no mucho más. Se preguntaba por qué había deseado durante todo aquel tiempo que Héctor volviese. Mientras tanto, los niños la miraban con su pequeño ceño fruncido y una interrogación en la mirada.

−Nos vamos –les dijo tras ponerles los abrigos y las bufandas.

2 comentarios: