martes, 11 de mayo de 2010

Preocupaciones

“Además, me voy a chivar.” Esa frase se repetía en mi cabeza una y otra vez. Cuando mis padres se enteraran me regañarían y quizás no me dejaran salir a jugar.

−Marcelo, ven. –la voz de mi madre sonó seria, pero, ¿cómo era posible que ya supiese lo que había pasado?

Cuando entré en la cocina la encontré sentada en una silla y con los ojos enrojecidos.

−Cariño… Papá ha tenido un accidente con el coche. Está muy malito.

−No llores mami. Veras como se pone bien.

−Pero tenemos que estar preparados por si eso no sucede.

A mis siete años, todo lo que hacía unos segundos me parecían problemas ahora me daba cuenta de que eran tonterías.

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