sábado, 22 de mayo de 2010

Una tarde como otra cualquiera II

Sin embargo, la niña no entró. Se quedó allí parada, mirando a Manu.
-Tengo prisa -y se fue corriendo.
No sabía muy bien por qué, pero el chico no pudo evitar salir corriendo tras ella. Atravesó toda la calle. Llegó al cruce y siguió subiendo por la avenida. No podía creer que la muchacha corriera tanto. Cruzó en un semáforo, pero, al llegar él, éste se puso en rojo. Cuando al fin pudo pasar ya la había perdido de vista.
Iba a volverse cuando vio que había algo en el suelo cerca de una esquina. Era el pañuelo de la chica. Lo recogió y miró hacia la bocacalle. Nada.
Regresó a casa con el chal sin terminar de explicarse qué le había empujado a perseguir a aquella muchacha por medio pueblo.
Cuando llegó, ya era de noche y su madre estaba terminando de preparar la cena.
-¿Dónde estabas?
-He ido a devolverle esto a una alumna tuya -era la primera vez que mentía a su madre-, pero no la he alcanzado.

1 comentario:

  1. Ya veo que haces caso a tu público, y continúas la historia. No sé si ahora te pedirán más...

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