martes, 18 de mayo de 2010

Una tarde como otra cualquiera

Prisionero de su esfera. Atrapado en su propio mundo. Así se sentía Manu. Quería escapar y no sabía cómo. Fue entonces cuando la conoció a ella. Estaba en casa jugando a la videoconsola cuando sonó el timbre. Abrió la puerta y encontró a una muchacha empapada.

−Hola. ¿Vive aquí Ana García?

−Sí.

−Soy alumna suya. Es que no llevo paraguas y mi casa está muy lejos. Es la única persona que conozco que vive por aquí y…

−Pasa. Mi madre no está, pero puedes esperar aquí hasta que deje de llover.

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